PREDECIR EL FUTURO EXACTAMENTE

Animación digital y ocho dibujos
2017                                                                                        Duración: 211 seg.
Dimensión dibujos: 56 x 76 cm
Animación digital                                                          
Grafito sobre papel algodón
Edición 4 ejemplares + 1 PA

Caerse, levantarse, caerse de nuevo y volverse a levantar es asumible siempre que la secuencia no se perpetúe demasiadas veces, pero, ¿qué ocurre cuando la caída es la norma y mantenerse erguido se torna puro acontecimiento? Suceden muchas cosas, para empezar la energía se va consumiendo, con el consecuente debilitamiento de la próxima vez que haya que ponerse en pie. La fragilidad exige más esfuerzo, físico y psíquico y, por lo tanto, las ganas de auparse de nuevo decrecen, sobre todo, ante la previsión cada vez más certera de reincidir en el desplome. ¿Para que seguir intentándolo si la acción requiere voluntad y, además, no nos asegura un triunfo? O lo que es lo mismo, ¿por qué empeñarse en ver una salida alternativa si se puede predecir el futuro exactamente? La entrada en un círculo vicioso es inminente: levantar, caer, perder fuerzas, medio incorporarse, caer again, frustrarse, querer elevarse, tropezar, desesperarse, perder la confianza y, en última instancia, pronosticar un final dictado por uno mismo.

El continuo y tedioso derrumbamiento experimentado por el artista recientemente le ha llevado a rendirse a su caída a través de la producción artística. Ya se sabe, si no puedes vencer al enemigo, únete a él. La video animación muestra diversos abatimientos de manera ininterrumpida que poco a poco se van acumulado y formando una masa negra: metáfora de la indefinición de la identidad tras los cambios. Por otro lado, los dibujos constituyen un análisis pormenorizado de la caída mediante la recreación diversos fotogramas del proceso. En estas capturas se atisban las deformidades, los matices y, en definitiva, muchas de las claves que forman el entramado del posterior desmoronamiento. Observarlos a cámara lenta, con dedicación, podría facilitar el hallazgo del punto de no retorno en el que el fracaso se vuelve a repetir.

Escribo estas líneas mientras vuelo a Madrid, la caída es una posibilidad aterradora. Si sucediese, este escrito no solo adquiriría un carácter vaticinador, sino que cambiaría su status de forma inmediata: de texto de exposición más o menos logrado a foco de consternación y punto de mira de la exposición (arrebatando el protagonismo a los artistas y alimentando su propio discurso). Este tipo de coincidencias generan un interés morboso, como el libro que se encontró en la taquilla del artista Bas Jan Ader tras su misterioso naufragio y que precisamente trataba de un marinero que pierde la vida en un viaje en solitario. [1] Más allá del peso y la calidad de la obra del artista conceptual holandés, no se puede negar que su desaparición temprana a los 33 años (por seguir con las extrañas casualidades) le catapultó a la fama de la que goza hoy en día. La tragedia suscita el ensalzamiento y construye heroicidades.

El tema predilecto de Ader es el mismo que el de la presente muestra: la caída. Sin embargo, él la utiliza como símbolo de libertad existencialista, mientras que el video expuesto nos remite a un destino fatídico e irremediable frente al que no parece haber mucha opción. Sólo el hecho de visibilizarlo – casi como un acto de exorcización personal– nos aproxima a una autonomía que parte de la aceptación.

La idea de reconocimiento en sus diferentes vertientes sobrevuela toda la exposición: en primer lugar, en relación a la autoría del artista como figura pública sometida al juicio social; en segundo, aludiendo a la propia identidad del individuo que muta a cada paso (o caída) y, por último, a la permanencia del sujeto más allá de su muerte, es decir, a su posible transcendencia.

El artista se pregunta quién es y si alguien es capaz de reconocerle, incluido el mismo. La respuesta no la podemos predecir exactamente como reza el título de la muestra, pero si podemos, parafraseando a Ader, sacar conclusiones accidentalmente verdaderas.[2]

Nerea Ubiero, 2017.

[1] El libro referido es The Strange Last Voyage of Donald Crowhurst.

[2] El artista habla sobre sus intenciones de hacer un proyecto que nunca completó: “Quiero hacer una pieza donde me voy a los Alpes y hablo con una montaña. La montaña me hablará de cosas que son necesarias y siempre verdaderas, y yo le hablaré de cosas que son, a veces, accidentalmente verdaderas.”